1. Movilidad integrada al servicio de las personas
2. Participación ciudadana en la monitorización ambiental
El aire es fuente de vida. De su calidad depende la salud de las personas. Por eso, buscamos mejorar la capacidad de medición de calidad del aire a través de los procesos de ciencia ciudadana. Una colaboración que permitirá la ampliación de la red de microsensores y la lectura sistemática de sus registros. Todo, con el fin de incrementar la capacidad de monitorización del aire en zonas específicas. Los datos mostrarán el impacto de las acciones de mitigación ambiental. Además, aportarán información necesaria para una mejor gestión del inventario global de emisiones.
3. Diseño urbano con visión de género
La ciudad deber ser un espacio para todos y todas. La planificación de los espacios y de los sistemas de transporte urbanos debe integrar una visión de género que provea entornos seguros y que considere formas de minimización de riesgos para la integridad de las personas. Una perspectiva que además, fomente la plena participación social y económica de la mujer. La ciudad se piensa como un espacio de confort y seguridad para toda la ciudadanía.
4. Cambio cultural para una ciudad sostenible y resiliente
La transición hacia un modelo de movilidad urbana sostenible solo es posible como trabajo en equipo. Las infraestructuras son necesarias, pero es la adopción por parte de la ciudadanía la que determina finalmente el éxito. La medida en que los nuevos bienes y servicios consigan ser interpretados como patrimonio colectivo será decisiva para la consolidación del modelo de sostenibilidad.