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Se escucha desde hace algún tiempo hablar de las ciudades inteligentes o smart cities, aquellas que mediante la recopilación y el análisis de datos, y con la ayuda de las tecnologías de la información, buscan la modernización, promoviendo el uso eficiente de sus recursos en aras de la sostenibilidad. Se pretende una ciudad más eficiente, vivible, en donde las personas puedan tener una mejor calidad de vida en todo sentido.
Porque todos los seres humanos quieren un mundo mejor, más accesible e incluyente. El paso del tiempo ha cambiado la forma de hacer las cosas, de vivir y hasta de divertirse. Este siglo XXI, llegó con una generación más sensible por el medio ambiente, más empática por el otro, más crítica de sus gobernantes; una generación que exige mejores servicios, mejor movilidad, mejor uso de las tecnologías para el bien común.
Estudios realizados por el Departamento Nacional de Planeación de Colombia (DNP), pronostican que para el 2.050 habrá alrededor de unos 52,6 millones de habitantes en el área urbana de este país, es decir, un 86% de la población proyectada. Este crecimiento de las ciudades es el reto máximo a futuro, porque se necesitará más infraestructura, más vías, habrá que aumentar las redes de acueductos, las redes eléctricas. Esta circunstancia también exigirá una movilidad más incluyente y segura. El uso de las TIC será relevante al momento de administrar la creciente complejidad de las ciudades, permitiendo un mejor desempeño ambiental y asegurando los criterios de sostenibilidad.
Uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, propuestos por la ONU, apunta a que las ciudades inteligentes deben adquirir compromisos medioambientales que se traduzcan en acciones como la mejora de la semaforización, la monitorización de las formas de reciclaje, la utilización de sensores que midan la calidad del aire. También se espera que las ciudades incentiven la movilidad de bajas y cero emisiones, como el vehículo eléctrico y las bicicletas. Acciones que, ejecutadas de manera consistente, contribuirán a reducir el consumo de recursos naturales.
Vista aérea de una zona urbana con la mitad del espacio dedicado a áreas verde
Todo lo anterior es apenas el comienzo para saber hacia dónde se deben dirigir los esfuerzos en esa construcción de ciudades inteligentes, pensadas también para las necesidades y patrones de uso de las mujeres y de todas las personas. Cabe así definir qué políticas deben existir para garantizar esa igualdad en términos reales.
Es así como la ciudad de Bogotá ya trabaja en incorporar la igualdad en la construcción de la ciudad. Por ejemplo, dentro del Plan de desarrollo de Bogotá, se generó la Política pública de la bicicleta, que busca incentivar el uso de este vehículo para que de forma segura y rápida la mujer pueda moverse por el espacio urbano. Lo mismo han hecho ciudades como París y Barcelona, apostando a una ciudad con perspectiva de género.
Un estudio denominado “Ciudades Sostenibles, inclusivas e inteligentes, con enfoque de género: perspectiva desde la CEPAL en escenarios cambiantes”, refiere que la planeación urbana no reconoce las necesidades de las mujeres en el diseño urbano ni en las alternativas de transporte. El reto está no solo en la seguridad, sino también en la diversidad, para hacer una planeación inclusiva de los proyectos urbanos, pensando en el uso de los espacios y el acceso a los mismos. El diseño de las ciudades debe incluir a todos y todas, apoyándose en la ciencia de datos y la tecnología para encontrar y priorizar soluciones inclusivas.